Admirado pensador de estrambóticos orígenes que observas esta obra:
He aquí lo desarrollado hasta ahora sobre el tema.
Se trata de imágenes tomadas en la autopista A-49 camino de Sevilla. Se refleja en ellas una visión personal, influido por sentimientos concretos, en un viaje de cien kilómetros ir y cien volver: el tiempo (tan relativo) se estira hasta límites insospechados. Mi alma fluye por el camino capturando lo que más me llama y me alivia. Lo que algo simboliza. Lo que más me llama y me asusta y refleja eso, sentimientos concretos. Como un espejo. Como un toro.
Están escritos: Angustia, Esperanza, Miedo... Más aún: Ira, Desesperanza, Futuro, Pasado... Ida o Vuelta. Principio y Fin. La Vida, la Muerte y el lapso intermedio con sus curvas sinusoidales. O quizás, por añadir otra dimensión, sean helicoidales esas curvas.
Y la incertidumbre, claro.
DE LO NO DESCRITO.
Decían que los planetas, los viejos y los nacientes, se alineaban de nuevo a su capricho… Como el día que nací yo, apoyado en el quicio de la mancebía, hermoso y rubio como la cerveza tras desembarcar de un carguero de nombre foráneo.
Decían que el Sol se iba acercando al centro de la galaxia, por Sagitario. También algo de una oscura esfera que devora fotones.
Resulta que por momentos el tiempo, tan maleable desde que Einstein lo tocó, se expandía o contraía sin voluntad. Una goma de mascar que cambia de forma entre los dientes enormes de un niño con cara de viejo. Se presiona, se extiende, se hacen globos… que revientan.
En un entorno apocalíptico (tan visto en los últimos tiempos), cuatro personajes, que no interactúan entre sí, se desplazan de Huelva a la capital del reino de Sevilla (recordarás, lector amable, que la división del territorio nacional en provincias se llevó a cabo en 1833)... El paisaje es el normal para estos escenarios. Ruina, desolación, calamidad, devastación. Las emociones antes mencionadas, se aplican a lo que les rodea exacerbadas por la situación de catástrofe.
En varias ocasiones cierro los ojos, evadido sin soma, desprendido de la psique, en el elástico momento. Mientras, Reynus captura las imágenes, recuerdos de un pasado reciente. De ayer. De hace una semana. De un año atrás. De cien.
No llego a ser conocedor de que la realidad es lo que ve Reynus en mis pérdidas de conciencia, en mis sueños. En su existencia.
La destrucción "apocalíptica" alrededor en estado de "vigilia" está dentro de mí, en lo más profundo, en lo más hondo. En esa zona inalcanzable incluso para esos electrones virulentos desbordados por el electroshock. Es mi propio interior, es mi yo, mi vida... y aquella desesperanza que mencionamos.
Y la incertidumbre, ¡Claro!... Con total seguridad.
Nuestro apreciado pensador chinoescandinavo responde, 12 de abril de 2016
Admiradísimo Reynus:
Sabes que tengo con la inspiración un siniestro juego de equívocos. Me escondo de ella para que aparezca y cuando lo hace me abruma tanto que me encojo y apenas articulo palabra.
Nos seguimos viendo, aunque ella, que conoce mi juego, no se muestra de una vez, impresionante y hermosa, sino que me deja retazos, pistas, señales de que estuvo donde yo estoy ahora, diciéndome que llegué tarde, que no esperó. Si hay alguien más frustrado que yo seguro que es ella.
Quizás algún día esta historia de malos entendidos, circunstancias y temores acabe y venza el amor.
Ojalá me atreviera a transitar por la AK-49 como tú lo haces, enfrentando la incertidumbre cara a cara.
¿Existe lo no descrito? A priori así debería ser; lo descrito ahora ya existía el segundo antes. Sin embargo, ¿y si las cosas tomaran existencia sólo en el instante de describirlas? ¿Y si el tiempo se inventase a cada instante?
Quizás ese paisaje, descrito por nuestra vista al pasar no existiese un segundo antes; no exactamente el mismo paisaje.
Ese edificio, descrito por su arquitecto en ladrillo y hormigón, existe; pero no es exactamente el mismo edificio.
Esas nubes, dichas por el que escribe, ya existen en tinta y papel, pero a la vez no existen hasta que el fotógrafo las retrate.
El gato de Schrödinger merodea por ahí haciéndonos dudar de la alineación de los planetas.
Habita en nuestros sueños y en nuestra vigilia, así que no podemos tenderle una trampa.
Es, por supuesto, negro
Admiradísimo Reynus:
Sabes que tengo con la inspiración un siniestro juego de equívocos. Me escondo de ella para que aparezca y cuando lo hace me abruma tanto que me encojo y apenas articulo palabra.
Nos seguimos viendo, aunque ella, que conoce mi juego, no se muestra de una vez, impresionante y hermosa, sino que me deja retazos, pistas, señales de que estuvo donde yo estoy ahora, diciéndome que llegué tarde, que no esperó. Si hay alguien más frustrado que yo seguro que es ella.
Quizás algún día esta historia de malos entendidos, circunstancias y temores acabe y venza el amor.
Ojalá me atreviera a transitar por la AK-49 como tú lo haces, enfrentando la incertidumbre cara a cara.
¿Existe lo no descrito? A priori así debería ser; lo descrito ahora ya existía el segundo antes. Sin embargo, ¿y si las cosas tomaran existencia sólo en el instante de describirlas? ¿Y si el tiempo se inventase a cada instante?
Quizás ese paisaje, descrito por nuestra vista al pasar no existiese un segundo antes; no exactamente el mismo paisaje.
Ese edificio, descrito por su arquitecto en ladrillo y hormigón, existe; pero no es exactamente el mismo edificio.
Esas nubes, dichas por el que escribe, ya existen en tinta y papel, pero a la vez no existen hasta que el fotógrafo las retrate.
El gato de Schrödinger merodea por ahí haciéndonos dudar de la alineación de los planetas.
Habita en nuestros sueños y en nuestra vigilia, así que no podemos tenderle una trampa.
Es, por supuesto, negro
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